Carta del suicida

Juro que esta mujer me ha partido los sesos. Porque ella sale y entra como una bala loca, y abre mis parietales, y nunca cicatriza, así sople el verano o el invierno, así viva feliz sentado sobre el triunfo y el estómago lleno, como un cóndor saciado, así padezca el látigo del hambre, así me acueste o me levante, y me hunda de cabeza en el día como una piedra bajo la corriente cambiante, así toque mi cítara para engañarme, así se abra una puerta y entren diez mujeres desnudas, marcadas sus espaldas con mi letra, y se arrojen unas sobre otras hasta consumirse, juro que ella perdura, porque ella sale y entra como una bala loca me sigue adonde voy y me sirve de hada, me besa con lujuria tratando de escaparse de la muerte, y cuando caigo al sueño, se hospeda en mi columna vertebral, y me grita pidiéndome socorro, me arrebata a los cielos, como un cóndor sin madre empollado en la muerte. Gonzalo Rojas.

“Soy contradictorio, ¿y qué? Contengo multitudes”. Walt Whitman

Siempre es mejor poner el título al final, me da más libertad, sobre la marcha adhiero nuevos elementos y amplio mi comprensión, ustedes ya saben, algo más freelance.

A pesar de todo esto, he puesto títulos demasiado malos y angostos, me voy a dar una oportunidad y terminaré con nuestra amigable amistad, ya no quepo en tan chico asiento.

Cagao de susto

sigues siendo la mejor, aunque lejos, entre lluvia y minas.

Lejos bien lejos, así como te quiero yo

Si al final no somos amigos, úsenme indiscriminadamente, si total yo no siento nada.